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"Construcción bajo urna" ADQUIRIDO |
El mundo del hombre tras el hombre en el mundo
Los grandes edificios
proporcionan grandes ruinas, como el Coliseo de Roma… Y las humildes
construcciones proporcionan humildes ruinas, como una modesta fábrica, un muro
de una finca, un puente, una majada de ovejas,…
Silvio Rodríguez escribió una
canción al hombre que vivió “sin hijo, ni árbol, ni libro”:
[…]
Los hombres sin
historia son la historia.
Grano a grano se
forman largas playas
y luego viene el
viento y las revuelve
borrando las
pisadas y los nombres
sin hijo, ni
árbol, ni libro.
[…]
Silvio Rodríguez
Sin hijo, ni
árbol, ni libro
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"Homenaje a Panini bajo urna" |
Este es el enfoque que describe la pura realidad de “la
mayoría”: si bien seguramente hay muchos hombres que han conseguido los tres
objetivos que “ha de cumplir un ser humano en su vida para realizarse por
completo”, seguramente hay muchos más que no han cumplido esas premisas, por
otro lado discutibles. El hecho es que esta condición afecta al ser humano pero
también puede trasladarse a sus creaciones. Así pues, el enfoque del autor va
dirigido a esas ruinas (de su provincia de Soria), que no serán importantes
desde luego, que nunca tendrán un vigilante que las cuide, ni un cordón de
terciopelo que impida el paso hasta ellas, ni un foco que las ilumine de noche,
ni estarán bajo una urna de cristal que las proteja, pero que conforman la
fisonomía del paisaje cultural real de su tierra.
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"Fábrica bajo urna" ADQUIRIDO |
Las ruinas tienen la categoría de signo indicial, de índex.
Su referente son los propios edificios de los que han surgido. Las ruinas son
el indicio de aquella existencia plena, que tuvo lugar muchos años atrás. El
signo está separado de su referente sólo en el tiempo, no en el espacio, que
coincide prácticamente por completo. Así lo explica Philippe Dubois (1986):
El criterio de distancia en el espacio y el
tiempo permite marcar la diferencia de estatuto entre esos dos tipos de índex
que son la foto y la ruina. Si la ruina, como vestigio, es la
huella física y material de lo que ha estado ahí, no es sin embargo una
representación separada (espacial y objetualmente) de su referente; ella es éste, pero en otro estado, que lleva
la marca, los estigmas del trabajo destructor de los siglos y los años. En la
ruina, la distancia es solamente temporal.
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"Chimenea con cordón de terciopelo" |
Atendiendo por tanto a esta idea
de índex, estas ruinas ya están de por sí “aisladas en el tiempo”, y el autor
además las “aisla en el espacio”, ofreciéndolas en un ambiente completamente
neutro, distinto al del origen donde se hallaban los referentes. La imagen
resultante es, por consiguiente, cuando menos extraña, si no surrealista, con
colores de amplios fondos que chocan con el acabado realista de las propias
ruinas.
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"Majada bajo urna" |
La evolución de este proyecto le ha llevado al autor a
asociar estas ruinas sin importancia con los elementos mencionados más arriba,
que suelen acompañar a las obras de arte más relevantes (vigilantes, cordones
de terciopelo, focos y urnas). Al ponerlas en este nuevo contexto el autor quiere
comunicar de algún modo que hasta lo más sencillo merece ser contemplado con
respeto e incluso admiración, pues la propia vida está llena de “aquellas
pequeñas cosas” de las que habla Serrat, que al fin y al cabo son las que
marcan toda nuestra existencia.
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"El oasis" |
Éste es
el resumen que se realiza en la crítica de la página www.masdearte.com con motivo de la
exposición “El esplendor de la ruina”, La Pedrera, Barcelona, 2005:
“El decadente
mundo pagano que se refleja con el uso de la ruina en la pintura del
Renacimiento, pasa en el XVII a valorarse como elemento poético, lo que llega
incluso a convertirse en una pertinente representación del pensar de la época
-determinada por el humanismo y la nueva visión de la historia-. Tal idea,
enmarcada en la representación visual del paisaje natural, ve su declive cuando
las ruinas se conciben como expresión del carácter débil del hombre, que
constituye el tipo de representación que despide el siglo XIX. Para ese
entonces, el tema en estudio pierde vigencia frente a otras preocupaciones más
importantes como la experimentación formal. Mientras que la ruina en el
siglo XX, se presenta de una manera totalmente diferente, como reflejo de
nuestro poder de aniquilación sobre el mundo, tras los alcances que logran, por
ejemplo, las guerras”.
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"Ruina menor I" |
La ruina como motivo pictórico es uno de los temas
románticos por excelencia (recordemos a artistas como
Friedrich) concibiéndose, como acabamos de ver, como la expresión del carácter
débil del hombre, idea ésta que el autor aplica también a la argumentación
inicial de su proyecto.
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"Ruina menor II" ADQUIRIDO
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Hemos visto también que la ruina en el siglo XX se ha presentado como reflejo de nuestro
poder de aniquilación sobre el mundo, pero sin embargo el enfoque del autor va
a continuar siendo romántico, aunque con el punto de vista contemporáneo que
proporcionan los elementos modernos de protección de obras de arte (vigilantes,
cordones de terciopelo, focos y urnas).
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"Ruina menor III" |
He aquí tres
comentarios de Lucas Ospina (2003) sobre la ruina y la pintura:
El escritor Denis Diderot, en sus textos sobre
el Salón de 1767, se detuvo ante una
pintura de Hubert Robert y recriminó al artista: Y ya que se dedica a la pintura de ruinas, sepa que este género tiene
su poesía. Usted la ignora totalmente. Búsquela. Usted tiene el estilo, pero le
falta el ideal. ¿No se da cuenta de que hay aquí demasiadas figuras, que habría
que borrar las tres cuartas partes? Sólo hay que reservar las que aumentan la
soledad y el silencio… La oscuridad sola, la majestuosidad del edificio, la
grandeza de la ruina, la amplitud, la tranquilidad, la resonancia del espacio,
me hubieran estremecido… […] Todo se destruye, todo perece, todo pasa. Sólo en
mundo permanece. Sólo el tiempo dura. […] Camino entre dos eternidades.
La mirada del crítico de arte destaca los tres
aspectos que fundan el arte de representar ruinas: Uno, el simbólico, la
representación de la vida humana y su inefable destino. Dos, el goce estético
de la ruina, instante sublime de suspensión. Y tres, la ruina como componente
estructural para la creación, una cantera de líneas, espacios y volúmenes donde
lo ruinoso da vida a la pintura y la pintura, a su vez, da vida a la ruina.
Marguerite Yourcenar en su ensayo El negro cerebro de Piranesi escribe: La imagen de las ruinas no desencadena en
Piranesi una amplificación sobre la grandeza y decadencia de los imperios, ni
sobre la inestabilidad de los asuntos humanos sino una meditación sobre la
perennidad de las cosas y su lenta usura, sobre la opaca identidad que prosigue
en el interior del bloque del monumento, la larga existencia de la piedra como
piedra. […] El edificio se basta a sí mismo; es a la vez drama y decorado del
drama, lugar de un diálogo entre la voluntad humana aún inscrita en esas
construcciones, la inerte energía mineral y el irrevocable Tiempo.
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"Ruina menor IV" |
REFERENCIAS
Diderot,
D. (2003). Salón de 1767. Boadilla
del Monte (Madrid), España. Machado.
Dubois, P. (1986). El acto fotográfico. Barcelona, España.
Paidós.
Ospina, L.
(2003). La pintura
como ruina. www.esferapublica.org