viernes, 15 de mayo de 2020

Ruinas menores.

"Construcción bajo urna" ADQUIRIDO
 
El mundo del hombre tras el hombre en el mundo
 
Los grandes edificios proporcionan grandes ruinas, como el Coliseo de Roma… Y las humildes construcciones proporcionan humildes ruinas, como una modesta fábrica, un muro de una finca, un puente, una majada de ovejas,…

Silvio Rodríguez escribió una canción al hombre que vivió “sin hijo, ni árbol, ni libro”:

[…]
Los hombres sin historia son la historia.
Grano a grano se forman largas playas
y luego viene el viento y las revuelve
borrando las pisadas y los nombres
sin hijo, ni árbol, ni libro.
[…]

Silvio Rodríguez
Sin hijo, ni árbol, ni libro


"Homenaje a Panini bajo urna"
 
Este es el enfoque que describe la pura realidad de “la mayoría”: si bien seguramente hay muchos hombres que han conseguido los tres objetivos que “ha de cumplir un ser humano en su vida para realizarse por completo”, seguramente hay muchos más que no han cumplido esas premisas, por otro lado discutibles. El hecho es que esta condición afecta al ser humano pero también puede trasladarse a sus creaciones. Así pues, el enfoque del autor va dirigido a esas ruinas (de su provincia de Soria), que no serán importantes desde luego, que nunca tendrán un vigilante que las cuide, ni un cordón de terciopelo que impida el paso hasta ellas, ni un foco que las ilumine de noche, ni estarán bajo una urna de cristal que las proteja, pero que conforman la fisonomía del paisaje cultural real de su tierra.

"Fábrica bajo urna" ADQUIRIDO
 
Las ruinas tienen la categoría de signo indicial, de índex. Su referente son los propios edificios de los que han surgido. Las ruinas son el indicio de aquella existencia plena, que tuvo lugar muchos años atrás. El signo está separado de su referente sólo en el tiempo, no en el espacio, que coincide prácticamente por completo. Así lo explica Philippe Dubois (1986):

El criterio de distancia en el espacio y el tiempo permite marcar la diferencia de estatuto entre esos dos tipos de índex que son la foto y la ruina. Si la ruina, como vestigio, es la huella física y material de lo que ha estado ahí, no es sin embargo una representación separada (espacial y objetualmente) de su referente; ella es éste, pero en otro estado, que lleva la marca, los estigmas del trabajo destructor de los siglos y los años. En la ruina, la distancia es solamente temporal.

"Chimenea con cordón de terciopelo"


Atendiendo por tanto a esta idea de índex, estas ruinas ya están de por sí “aisladas en el tiempo”, y el autor además las “aisla en el espacio”, ofreciéndolas en un ambiente completamente neutro, distinto al del origen donde se hallaban los referentes. La imagen resultante es, por consiguiente, cuando menos extraña, si no surrealista, con colores de amplios fondos que chocan con el acabado realista de las propias ruinas.

"Majada bajo urna"

 
La evolución de este proyecto le ha llevado al autor a asociar estas ruinas sin importancia con los elementos mencionados más arriba, que suelen acompañar a las obras de arte más relevantes (vigilantes, cordones de terciopelo, focos y urnas). Al ponerlas en este nuevo contexto el autor quiere comunicar de algún modo que hasta lo más sencillo merece ser contemplado con respeto e incluso admiración, pues la propia vida está llena de “aquellas pequeñas cosas” de las que habla Serrat, que al fin y al cabo son las que marcan toda nuestra existencia.

"El oasis"


Éste es el resumen que se realiza en la crítica de la página www.masdearte.com con motivo de la exposición “El esplendor de la ruina”, La Pedrera, Barcelona, 2005:

“El decadente mundo pagano que se refleja con el uso de la ruina en la pintura del Renacimiento, pasa en el XVII a valorarse como elemento poético, lo que llega incluso a convertirse en una pertinente representación del pensar de la época -determinada por el humanismo y la nueva visión de la historia-. Tal idea, enmarcada en la representación visual del paisaje natural, ve su declive cuando las ruinas se conciben como expresión del carácter débil del hombre, que constituye el tipo de representación que despide el siglo XIX. Para ese entonces, el tema en estudio pierde vigencia frente a otras preocupaciones más importantes como la experimentación formal. Mientras que la ruina en el siglo XX, se presenta de una manera totalmente diferente, como reflejo de nuestro poder de aniquilación sobre el mundo, tras los alcances que logran, por ejemplo, las guerras”.

"Ruina menor I"


La ruina como motivo pictórico es uno de los temas románticos por excelencia (recordemos a artistas como Friedrich) concibiéndose, como acabamos de ver, como la expresión del carácter débil del hombre, idea ésta que el autor aplica también a la argumentación inicial de su proyecto.

"Ruina menor II" ADQUIRIDO


Hemos visto también que la ruina en el siglo XX se ha presentado como reflejo de nuestro poder de aniquilación sobre el mundo, pero sin embargo el enfoque del autor va a continuar siendo romántico, aunque con el punto de vista contemporáneo que proporcionan los elementos modernos de protección de obras de arte (vigilantes, cordones de terciopelo, focos y urnas).

"Ruina menor III"

 
He aquí tres comentarios de Lucas Ospina (2003) sobre la ruina y la pintura:

El escritor Denis Diderot, en sus textos sobre el Salón de 1767, se detuvo ante una pintura de Hubert Robert y recriminó al artista: Y ya que se dedica a la pintura de ruinas, sepa que este género tiene su poesía. Usted la ignora totalmente. Búsquela. Usted tiene el estilo, pero le falta el ideal. ¿No se da cuenta de que hay aquí demasiadas figuras, que habría que borrar las tres cuartas partes? Sólo hay que reservar las que aumentan la soledad y el silencio… La oscuridad sola, la majestuosidad del edificio, la grandeza de la ruina, la amplitud, la tranquilidad, la resonancia del espacio, me hubieran estremecido… […] Todo se destruye, todo perece, todo pasa. Sólo en mundo permanece. Sólo el tiempo dura. […] Camino entre dos eternidades.

La mirada del crítico de arte destaca los tres aspectos que fundan el arte de representar ruinas: Uno, el simbólico, la representación de la vida humana y su inefable destino. Dos, el goce estético de la ruina, instante sublime de suspensión. Y tres, la ruina como componente estructural para la creación, una cantera de líneas, espacios y volúmenes donde lo ruinoso da vida a la pintura y la pintura, a su vez, da vida a la ruina.

Marguerite Yourcenar en su ensayo El negro cerebro de Piranesi escribe: La imagen de las ruinas no desencadena en Piranesi una amplificación sobre la grandeza y decadencia de los imperios, ni sobre la inestabilidad de los asuntos humanos sino una meditación sobre la perennidad de las cosas y su lenta usura, sobre la opaca identidad que prosigue en el interior del bloque del monumento, la larga existencia de la piedra como piedra. […] El edificio se basta a sí mismo; es a la vez drama y decorado del drama, lugar de un diálogo entre la voluntad humana aún inscrita en esas construcciones, la inerte energía mineral y el irrevocable Tiempo.

"Ruina menor IV"

REFERENCIAS

Diderot, D. (2003). Salón de 1767. Boadilla del Monte (Madrid), España. Machado.
Dubois, P. (1986). El acto fotográfico. Barcelona, España. Paidós.
Ospina, L. (2003). La pintura como ruina. www.esferapublica.org

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